En una cueva de Itá Enramada

vive una Bruja que duerme sentada.

Y en un altillo de Concepción

vive otra Bruja que vende carbón.

 

Se escriben cartas

por Internet.

Vaya usté

a saber por qué.

 

¿Serán cartas

encantadas

que dicen pavadas?

 

No hay ningún palabrerío

Sólo cifras, es un lío.

Nadie sabe qué se dicen,

ni el brujerío.

 

Se dice que la Bruja de Itá Enramada

no duerme porque está muy enamorada.

Un sastre que es desastre le recomienda:

“Use frazadas que tengan pimienta,

así estornuda todas las pesadillas

y se le alivian los dolores de rodillas”.

 

Se dice que la Bruja de Concepción

anota  números en su camisón.

No duerme y se pasa multiplicando,

va y viene dos mil metros caminando.

El sastre que es desastre le aconseja

que nunca se le olvide esta conseja:

Que en vez de hacer cuentas, haga cuentos

¡Que en una sola noche haría cientos!

 

Que no, que no

dicen las tontas.

“Mejor seguimos

la noche en vela,

jugando juntas

a la quiniela”.

 

Juegan a veces

Y al dos por tres

A la cabeza

Y a los diez.

 

Que nunca ganan

ni adivinando.

Que siempre pierden

el aguinaldo.

 

Y lo más grave,

pierden el tiempo

contando nada

en vez de cuentos.

 

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