Begoña Terrón

Madre y maestra

 

 

 

 

Cuando oímos hablar de métodos de innovación pedagógica podemos caer en la tentación de pensar en  metodologías futuristas o de ultimísima actualidad. Nada más lejos de la realidad, la verdad es que uno de los métodos que más interés despierta en los docentes a, sobre todo los dedicados a la primera y segunda infancia, es el Método Montessori, que data de principios de siglo XX y que fue creación de la Doctora María Montessori y continuado por su hijo Mario Montessori.

En un principio, los estudios de la doctora se centraron en ayudar a niños que requerían alguna necesidad educativa especial, pero más adelante, sus estudios basados en el método científico, enriquecieron a niños y niñas de Italia, en un primer momento y posteriormente niños y niñas de diversas partes del mundo.

La Segunda Guerra Mundial se interpuso en Europa y no benefició la continuidad y la formación de los maestros y maestras. Sin embargo,  las redes sociales han hecho que muchos proyectos y escuelas Montessori de diferentes países hayan podido publicar sus trabajos, dando a conocer la belleza del método y de los materiales que Montessori mandó construir para sus alumnos y alumnas hace ya 100 años aproximadamente.

Conocí el método Montessori cuando tenía 19 años y estudiaba magisterio de educación infantil. En la actualidad, en la Universidad de Barcelona, estoy cursando el máster que me acreditará como Guía Montessori. Es aquí donde realmente estoy conociendo su filosofía, lo que ella perseguía, lo que buscaba en los niños. Un mundo mejor parece un tópico, pero ella creía realmente que se conseguiría a través de los niños y las niñas. Yo no tengo la menor duda.

El método Montessori vuelve para quedarse

El método Montessori vuelve para quedarse

Existen muchos proyectos y escuelas de educación Infantil Montessori, pero menos, de educación primaria y casi ninguno de educación secundaria. Hay un miedo generalizado entre padres y docentes acerca de cómo afrontar la vida cuando sales de una escuela “diferente”. Algunos padres se atreven en la etapa infantil pero luego vuelven a la escuela tradicional para que se acostumbren.

Por mi parte, siento que mis hijas no puedan ir a una escuela Montessori durante toda su infancia y adolescencia, la riqueza cultural  y el currículum escolar en un espacio Montessori es de lo más completo y significativo para los niños y adolescentes. La autonomía personal para cooperar es el objetivo principal de sus aulas. Una de las máximas de María Montessori y de su método es: “Cualquier ayuda innecesaria es un obstáculo para la educación”.

Si pudiera resumir el método en pocas palabras diría: “para los niños, siempre lo mejor”. He visitado diferentes espacios Montessori en diferentes lugares de España y Europa, siempre pienso lo mismo cuando lo comparo con las escuelas donde trabajo o he trabajado; hay un gran abismo, pero se puede superar si hay voluntad por parte de los docentes.

Solo me faltaría hacer una petición retórica, que se sigan abriendo más escuelas Montessori, o aún mejor, que Montessori llegue a la educación pública y concertada lo antes posible en España.

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