Estimado Carles: permíteme que te tutee, así le quitamos toda la pompa protocolaria a esta misiva. No soy independentista, ni nacionalista, no restrego las banderas por la cara de nadie, ni canto eso de “yo soy, español, español”, que es como una especie de himno de la intransigencia y la intolerancia hacia todo aquel que no piense como un todo monocolor e inamovible. Bueno, tú tienes a Carme Forcadell, que viene a cantar lo mismo, pero a la inversa, despreciando y minusvalorando todo aquello que no sea catalán.

Carta al M.H. Carles Puigdemont

Carta al M.H. Carles Puigdemont

Te confieso que te estoy muy agradecido por todo lo que has hecho. Sí, así como lo lees o como si lo oyeras. ¿A que te sorprende?  A veces, las cosas trascendentales ocurren en su momento y por algo. La has montado bien gorda y lo sabes. Aparte de los exabruptos académicos que te dedicará la Historia, hay algo que subyace en toda esta utopía, porque sabes que lo es, ¿no? Quien sabe si la Historia te reconocerá esa parte que te explico a continuación. Y es que has conseguido sacarle los colores y poner patas arriba a una derecha rancia y caduca, tanto la oligárquica que representas en Cataluña, como la tardo franquista en Madrid.  Y quién sabe si toda esta mecha a la que has prendido fuego, hará que se reciclen para bien y por su subsistencia tanto esa derecha post franquista que representa buena parte del Partido Podrido, uno de los más de toda Europa, como tus colegas del tres per cent y la honorabilísima familia corrupta dels Pujols. ¿Qué quieres que te diga, Carles? Nos merecemos algo mejor que toda esa escoria, ¿no te parece? Seguro que lo compartes.

Me da que a partir de ahora nada será igual. No hablo del reto independentista hacia ninguna parte, sino de algo más elevado. Esto de la democracia, en el caso de España, es como el nacimiento y desarrollo de un bebé. Y nuestra democracia, después de todo, todavía es un bebé prematuro. Atravesamos por el periodo más prolongado de democracia en toda nuestra Historia común. Si esto fuera un tango, diríamos que 40 años no es nada, febril la mirada. Primero –el bebé- es amoroso, como idílicos sus primeros meses de vida, sobre todo en el baby Democracia, tras el largo, oscuro y frío invierno que pasamos agazapados en el túnel de la dictadura franquista. Después viene el goce de todo lo nuevo, cuando el bebé toca, estruja, chupa y, en suma, experimenta lo que le rodea que para él es nuevo, como nueva y radiante fue nuestra estrenada democracia. Y así sucesivamente, el bebé va creciendo, con sus rabietas. Se levanta, se cae, se rompe un diente y va creciendo en plena libertad de movimientos. Y sigue y sigue creciendo y llega a la adolescencia, los primeros amores, los primeros engaños, sus aficiones, sus anhelos, sus sueños, su pandilla y otro larguísimo etcétera.

No me extiendo más en este aspecto del crecimiento para no aburrirte. Quiero decir con ello, que nuestra democracia es un adolescente rebelde al que todavía le quedan muchos, pero que muchos años para llegar a la madurez. Y ahora se ha rebelado contra sus padres. Ya te digo, eso forma parte del desarrollo. Me sigues, ¿verdad? Hay un desencuentro generacional entre padres e hijos, cosas que no se entienden, incapacidad de adaptación, incomprensión, agravios, portazos, amenazas, “mira que me voy de casa, ¡eh!”. Algunos padres tienen el pronto de decirle: ¡pues vete! Y la madre, más conciliadora –la inmensa mayoría de españoles de a pie y de bien que ama, admira y quiere a Cataluña– que tratan de amansar los caracteres enfrentados de padre e hijo y buscar puntos de encuentro y convivencia que satisfaga a ambos orgullos. Bueno, ya ves por donde voy.

Yo creo que estamos en ese punto del desarrollo en las relaciones. Ya sabes que el tiempo lo cura todo y, al final, padre e hijo se reconciliarán. Ambos acabarán cediendo, se reconocerán sus errores, se abrazarán y se dirán un te quiero y se tomarán un tequila juntos y en armonía. Sí, ya sé. Ni de coña vas a abrazar a España. Bueno, tú no. Ni tu alter ego en Madrid abrazará amorosamente a Cataluña. Ya sabes que no habla catalán ni siquiera en la intimidad, a diferencia de su correligionario predecesor. Sí, ese, ya tú sabes mi helmano. El pequeño aspirante a dictadorcillo. Ese del bigotito. Sí, ese, ¡hombre! Josemari. Serán vuestros sucesores. Porque, Carles, seamos serios. Sabes mejor que nadie que este viaje no va a ninguna parte. No vas a convencer ni al 100 por 100 de los catalanes, a pesar de que te llenas la boca mintiendo con eso de que “el poble catalá” ha decidido… No, querido. El poble catalá es un todo. Y tú hablas de una parte. Tampoco convencerás, ni mucho menos, al resto de españoles y ya no te digo a los europeos que miran con pánico el posible contagio de la gripe catalana. ¡Ríete de la gripe española y toda su (falsa) leyenda negra!

Carta al M.H. Carles Puigdemont

Carta al M.H. Carles Puigdemont

No te empecines. Cataluña nunca será independiente a las bravas. Nadie en el mundo, salvo la “modélica y genuina democracia” de Venezuela y algún otro paria, reconocerá tu república. Comprendo que te has metido en un callejón sin salida. Si declaras la DUI te espera la cárcel. A ti, a tus consejeros y a todo aquel que la apoye en el Parlament. Yo he estado en Soto del Real. Tranqui, fui de visita a dar una charla, no como preso. Te confieso que nunca en mi vida me aplaudieron tanto y eso hasta me emocionó. No por mi ego, sino por ellos, tus futuros colegas si no enmiendas, que agradecieron que un ciudadano les tratara con respeto. Te cuento. El patio es chiquito, no es como el hermoso Parque  de la Ciudadela. La biblioteca y el gimnasio son pequeños. Los coleguillas no son precisamente lo mejor de cada casa, de esos guapos, estilosos y “o sea” de Pedralbes. No. Hay idílicas montañas alrededor, sí, pero no se ven porque los muros son muy altos. Vaya, que no es agradable pasarse allí los mejores años que te queden de vida, que espero que sean prósperos y felices en tu –y mi- amada Cataluña.

Si no declaras la DUI, la CUP te hará escraches o algo peor, que estos no se andan con chiquitas. Y verás gente llorando de rabia por toda la gran mentira que les has metido en el cuerpo. Cuanto antes les digas la verdad, mejor. Hazle a caso a Astut Más: que la independencia sin apoyos externos, es ná, res de res.

La verdad, no quisiera estar en tu lugar. De corazón te deseo lo mejor porque en el fondo me caes bien. Tienes cara de buen chico. Ya has conseguido remover toda la mierda que rodea a la oligarquía de dentro y fuera de Cataluña. Ya has pasado a la Historia y agradezco tu contribución.  Y ahora sal de ésta.

Amb tota la meva estima

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