La concupiscencia, es una palabra que me gusta mucho emplear, es el sentir deseo, o exceso de deseos, no gratos a Dios, es la propensión natural de los seres humanos a obrar mal, el deseo por bienes terrenos y, en especial, un apetito desordenado de placeres deshonestos.

En México estamos viviendo una concupiscencia plena a todo pecado posible, hay en el ambiente un malestar generalizado de ver el apetito de personajes públicos, mexicanos y extranjeros, un apetito que lleva a la obesidad de tener, un hoyo negro que no se sacia con nada, un deseo de recuperar 12 años fuera del poder y de retomar todo aquello que “les fue arrebatado”, un hambre incomprensible por tener y tener mucho, de todo, poder, dinero de todo aquello que mantiene vacía el alma de un ser humano y que nada puede saciar.
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El panorama es lamentable por donde se vea, servicios públicos paupérrimos, niveles de corrupción descarados por encima de lo nunca exhibido y un crecimiento alarmante de malestar social, un gobierno que se resiste a aprobar leyes anticorrupción; mal humor dice el presidente, pero considero que va mas allá de un mal humor, la corrupción es un gran paralizador social, un foco de alerta de que algo está mal en el sistema, en la sociedad, en casa, en el individuo, la corrupción gobierna no solo a México sino al mundo entero.

Al Presidente de México se le atribuye su nombramiento a un fraude electoral, pero su concupiscencia no queda ahí, los escándalos que ha protagonizado son muchos, por nombrar algunos: Ayotzinapa, Atenco, la casa blanca, Higa y su sequito de ladrones, las reformas a su beneficio, el sindicato de maestros, la pantomima de PEMEX, prepotencia de funcionarios priistas, los narco gobiernos en Guerrero, Tamaulipas, el asesinato de periodistas, en fin un sin número de desaciertos encabezados por el H. Presidente.

¿Por qué el mexicano no reacciona?, si bien es cierto, el Presidente y mucha gente de su gabinete actúan con concupiscencia ilimitada pero, que detiene al pueblo mexicano a reaccionar como Brasil o Francia, hay mecanismos legales para la destitución, o no es verdad que el protocolo de toma de protesta reza, ante el lábaro patrio, “si no lo hiciere, que la nación me lo demande”, porque seguimos siendo sumisos y tolerando un gobierno así, porque seguimos contestando “mande” y peor aun enseñando a nuestros hijos a contestar mande cuando alguien les llama, si bien es cierto hay muchos traumas de la invasión y colonización vivida, pero eso fue hace mas de 500 años, que paso con el espíritu independiente y la revolución, no hemos aprendido nada, la realidad es que el sistema funciona bien, manteniendo a México separado por clases sociales, donde todo mundo busca un bienestar particular y nunca el bien común, donde entre los mismos mexicanos se llaman “indios” o “nacos”, donde somos incapaces de sentir empatía por otro mexicano, están las raíces tlaxcaltecas, malinchistas, de tratar con alfombra roja a los extranjeros que llegan y agachar la cabeza respecto a nuestros derechos, la antropología de esta conducta es complicadísima y mas aun imposible de erradicar, al menos en esta generación, pero los jóvenes que deberían estar en las calles buscando su libertad sexual, ideológica, financiera, de pensamiento, están dormidos, terriblemente ocupados en el smartphone o haciendo dinero para cumplir un sueño que no es de ellos.

Países como Alemania y Japón que quedaron devastados con la segunda guerra mundial, hoy son potencias mundiales, sin embargo México ha tenido un crecimiento raquítico, creo que es por la congruencia del pueblo, son pueblos que se involucran en política, preparados, nadie puede detener tu preparación, estamos en la era de las telecomunicaciones y aun así cada vez que trato de exaltar a mi generación con un golpe de desobediencia civil, me miran con una incomprensión, de porqué alguien como yo quiero levantarme en protesta, nadie me apoya están muy ocupados en sus trabajos, de esclavos corporativos, de cómplices silenciosos; menciono a Alemania y Japón porque ellos surgieron de las cenizas a base de trabajo arduo, duro, honesto, con cero tolerancia a la corrupción y para ello hay que empezar con uno mismo, se oye fácil, pero no lo es, basta ver los verificentros para el no circula, la gente prefiere pagar una “mordida” que entender que contaminar es malo, es analfabetismo, mediocridad, sumisión, nunca vamos a despegar si seguimos con esta conducta de obediencia, de tolerancia irracional, de miseria intelectual.
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Aun así México da, y da mucho, es un País con recursos naturales inmensos, con diversidad de ecosistemas, con gente, porque la hay, preparada y honesta, con frontera inmensa con Estados Unidos de América, el vínculo idóneo con américa latina, con acceso por el océano pacifico y atlántico, tiene una ubicación geográfica privilegiada, con capital humano, capital joven, una biodiversidad única, estoy convencida de que mi país, México, tiene un futuro promisorio y que podemos ser potencia mundial, lo único que falta es dejar de creer en la “rosa de Guadalupe”, de convencernos a nosotros mismos de nuestro potencial, de dejar de decir mande, dejar de ser cómplices para convertirnos en ciudadanos participativos y consientes, de ser intolerantes a la corrupción, de no comprar piratería, de no lastimar a nuestros compatriotas, de no ser concupiscentes y de no tener miedo a poner a un alto a los políticos inútiles y deshonestos, es tiempo de DESPERTAR.
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