Basta de simulaciones. La relación entre México y el Coloso del Norte enfrenta la crisis más aguda de su historia moderna. Y cómo no, si es bien sabido que desde el inicio de su campaña el ahora Presidente de Estados Unidos Donald Trump eligió a México como el “enemigo” a atacar, el que le roba los empleos a los estadounidenses, el que se ha aprovechado de ese país en la relación comercial, el que los ha inundado de criminales y les lleva la tentación de la droga.

La relación México-EUA: ni “constructiva” ni “fenomenal”

La relación México-EUA: ni “constructiva” ni “fenomenal”

Desde entonces, la indignación de los mexicanos ha ido creciendo ante los continuos insultos, las humillaciones y amenazas del Presidente Trump, pero también ante la tibia respuesta del Titular del Ejecutivo de nuestro país, que en aquella inconcebible y errática invitación al entonces candidato republicano no tuvo respuesta cuando éste nos ratificó que construiría su muro y que se lo pagaríamos; que esperó a cancelar su encuentro con Trump hasta que éste le advirtió que si no aceptaba pagar el muro mejor no fuera ; que calificó como una “conversación constructiva y productiva en torno a la relación bilateral entre ambos países” aquella llamada telefónica del 27 de enero en la que Trump advirtió que si no podíamos avanzar en la lucha contra el narcotráfico él podría “ayudarnos” con sus fuerzas armadas, en fin. La Cancillería mexicana también ha soportado el maltrato y la prepotencia de los habitantes de la Casa Blanca. Recordemos la “bienvenida” que dieron a los Secretarios de Relaciones Exteriores y de Economía, con el anuncio de la firma de las órdenes ejecutivas para construir el muro y sancionar a las ciudades Santuario, justo en el marco de la visita de estos funcionarios mexicanos. No obstante, de manera reiterada, el Presidente Peña y el Canciller Videgaray insistían en que se mantenía un “diálogo constructivo” con Estados Unidos, aunque para entonces ya aceptaban –porque no se puede tapar el sol con un dedo- que había diferencias.

Negar lo evidente no es exclusivo de la diplomacia mexicana. El ocupante de la Casa Blanca se ha referido al Presidente Peña como un “buen amigo” con el que tiene una “maravillosa” relación, y su portavoz, Sean Spicer, señaló la visita de los Secretarios de Estado y de Seguridad Interna, Rex Tillerson y John Kelly, el pasado 23 de febrero, como una muestra de la importancia que Estados Unidos otorga a la relación con México, agregando: “Creo que la relación con México es fenomenal, hay un diálogo increíble y robusto entre las dos naciones”.

Para que negarlo. La relación bilateral, hoy por hoy, no es ni constructiva ni fenomenal. No puede haber “diálogo constructivo” con la nueva administración estadounidense. El Presidente Trump no escucha, no busca dialogar sino imponer la ley del más fuerte para cumplir sus promesas de campaña: la construcción de su muro, que lo pague México, la deportación  de millones de indocumentados, la renegociación del Tratado de Libre Comercio o su salida del mismo.  Para él somos “los otros”,  y no  los “vecinos distantes” a los que se refirió Alan Riding en su famoso libro, sino los diferentes a “ellos”, los que combaten los supremacistas como él, Bannon y sus seguidores,  y además, los vecinos débiles económica y militarmente, a los que ve como subordinados del imperio que no le merecen respeto alguno, como no se lo merecen, por cierto, ni las leyes de su país, ni el derecho internacional.

Y nuestra relación bilateral no puede ser “fenomenal” por obvias razones, razones por las que la tibia respuesta dada hasta ahora por el gobierno mexicano – por estoicismo,  por falta de firmeza, o como reflejo de un deseo interno de que las cosas pudieran cambiar – ha empezado a ser más realista, más digna, más firme y en tono más fuerte, lo que no significa necesariamente que sea efectiva para detener la embestida y poner a salvo nuestra soberanía y el interés nacional.

La relación México-EUA: ni “constructiva” ni “fenomenal”

La relación México-EUA: ni “constructiva” ni “fenomenal”

El Canciller Videgaray dejó claro en la conferencia a medios de comunicación,  luego del encuentro sostenido con los Secretarios de Estado y de Seguridad Interna, que “Será un largo camino el construir acuerdos con Estados Unidos… las diferencias subsisten entre México y Estados Unidos. Para superar los agravios, para superar los sentimientos negativos que sin duda hoy prevalecen, más que las palabras lo que habrá de importar son los hechos”.  Esta  visita de los funcionarios estadounidenses  tuvo lugar en un momento de tensión diplomática entre los dos gobiernos, ya que fue precedida- dos días antes- por la firma de sendos memoranda con los que el Presidente Trump estableció las reglas de operación sobre migración, ampliando las prioridades para deportación con el fin de criminalizar a prácticamente todo inmigrante que carezca de documentos y advertir que los deportará a todos al país por el que entraron, es decir – en su mayoría – México.

¿Qué pasó en esa reunión? ¿Por qué el Secretario Videgaray está ahora convencido de que llegar a acuerdos con Estados Unidos  será un largo proceso? ¿Por qué finalmente en dicha conferencia de prensa habló directamente de agravios y de irritación de los mexicanos? ¿Por qué se veía tan molesto?

Sin duda, en materia de seguridad y de migración lo que está en juego es la soberanía nacional. El control de nuestras fronteras, la del norte y la del sur, no pueden delegarse. Por décadas hemos hecho el trabajo sucio de detener y deportar a migrantes centroamericanos y, -dicho sea de paso y con vergüenza ajena- en su tránsito hacia Estados Unidos hemos violado sus derechos humanos de manera recurrente. A esa cooperación nos comprometimos. Igual que nos comprometimos en la cooperación contra el tráfico de drogas en la frontera norte.

Pero, de cooperar en el control de las fronteras a ceder el control de éstas, hay una diferencia  que espero nuestros gobernantes entiendan bien. Dicen que “piensa mal y acertarás”:  ¿Será que los representantes de nuestro  gobierno pretendieron usar esa cooperación como moneda de cambio en las negociaciones y los funcionarios estadounidenses buscaban actuar directamente en el control fronterizo, como advirtió Trump en aquella llamada telefónica al presidente Peña?.

Pues si así fue, no habrá acuerdo con Estados Unidos. Los mexicanos no lo permitiremos. Y parafraseando al Mandatario estadounidense: “trabajaremos para tener una relación con Estados Unidos, y si no, pues no. ”

 

Sigue leyendo a Graciela Orozco

 

No Hay Más Artículos