EL MÉXICO DE AFUERA, AYER Y HOY

Contagiada por el espíritu de las Olimpiadas en Río, y justo hoy, cuando la selección mexicana de futbol se enfrenta contra Corea del Sur, me parece oportuno hablar de cómo este deporte apasiona a los mexicanos de ambos lados de la frontera.

Con una larga tradición futbolística, México ha sido semillero de grandes figuras del balompié que desde hace varias décadas han traspasado nuestras fronteras para jugar con la camiseta de un equipo extranjero, entre otros, alguno estadounidense. Basten dos ejemplos: Erick Torres, ex chiva que juega en el Houston Dynamo y Carlos Salcedo, quien ha jugado para el Real Salt Lake y estará hoy en el equipo olímpico representando a México. Pero también tenemos mexicano-americanos que juegan en equipos mexicanos: Omar González, nacido en Dallas, TX. quien juega en el Pachuca;  Ventura Alvarado, originario de Phoenix, AZ., jugador del América;  Edgar Castillo, de Las Cruces, N.M, y juega en el Monterrey;   Michel Orozco, nacido en Orange, CA. y porta camiseta de los Xolos de Tijuana. Todos ellos son parte además del Equipo Nacional de Futbol de Estados Unidos y estuvieron en la lista preliminar de esa selección en la pasada Copa América Centenario. Algunos de ellos han jugado  representando a México, o bien a Estados Unidos, en diferentes torneos.

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Esto demuestra, por un lado, la interacción que se da en este deporte y los vínculos que unen a los mexicanos de ambos lados de la frontera norte y, por otro, que el futbol está presente entre nuestra gente que vive “del otro lado”. Esto no es un fenómeno nuevo, data desde principios del siglo XIX.

Así, quien asista una mañana de domingo a alguno de los numerosos campos deportivos de alguno de los barrios mexicanos en cualquier ciudad de la Unión Americana, encontrará no sólo a muchos jugadores enfundados en los uniformes de sus respectivos clubes, sino también a sus familias, paisanos y vendedores de todo tipo de antojitos mexicanos; igual que ocurre aquí en las colonias populares y en muchos de nuestros pueblos. La razón es que nuestros emigrantes, de hoy y de ayer,  trasladan sus costumbres al vecino país y la práctica del balompié, junto con otras actividades deportivas, es una de sus principales formas de organización de nuestras comunidades y ha jugado un importante papel no sólo como una forma natural de esparcimiento, sino como un mecanismo de identidad y cohesión de grupo en una sociedad.

futbol-2-2-finalEl futbol soccer por supuesto es el deporte más popular entre nuestras comunidades en Estados Unidos. Tan sólo en Los Ángeles hay más de 6 mil equipos de este deporte, desde grupos llaneros, como los conocemos en México, hasta aquéllos integrados a ligas y asociaciones de gran importancia. Estas agrupaciones, a su vez, pueden ser autónomas, o formar parte de las equivalentes estructuras deportivas estadounidenses e incluso internacionales. Un caso concreto es la original Asociación de Futbol del Sur de California, creada en 1948,  que hoy cuenta con 300 clubes afiliados y más de 204,000 jugadores, entrenadores, árbitros y administradores y forma parte de la Federación de Futbol Soccer de Estados Unidos, de la Confederación de la CONCACAF y de la FIFA. Otro buen ejemplo es La Chicago Latin American Soccer Association (CLASA), la liga más importante de futbol en el Medio Oeste, que con 38 años de existencia y casi 300 equipos afiliados, en su gran mayoría de jugadores mexicanos e hispanos, cuenta hoy con jugadores de muy  diversas partes del mundo.

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Ha sido tal el desarrollo de este deporte en Estados Unidos, que el intercambio deportivo con México se ha incrementado de manera importante, no sólo a través de la participación en torneos, sino mediante el intercambio de jugadores. Incluso,    varios de nuestros clubes cuentan o contaron con filiales en el vecino país. Recordemos que el Club Deportivo Chivas USA tuvo,  en 2005, su temporada inaugural en la Major League Soccer, como filial del Club Deportivo Guadalajara, aunque cerró sus operaciones en 2014. También tienen presencia, principalmente en California, Texas, Chicago y Nueva York,  equipos como Tigres UANL, Monterrey, Pumas, Morelia y otros.

Asimismo, han empezado a proliferar en aquel país las academias de futbol acreditadas por un equipo mexicano. Tal es el caso de Xolos del Club Tijuana, que en 2015 abrió su escuela en Oxnard, CA., para atender a niños de 5 a 14 años con entrenadores capacitados por dicho club. Igual lo han hecho el Club Monarcas de Morelia, que hoy entrena a jóvenes de Santa Ana, CA. y el equipo de la UNAM, cuya academia, la Pumas L.A. Soccer Academy, recibe a niños de 4 a 18 años de edad.

Esta red de clubes y actividades deportivas constituye sin duda un elemento clave para mantener los vínculos con los mexicanos, hayan nacido o no en nuestro país.  Un mecanismo idóneo para este fin son los clubes por estado de origen –zacatecanos, jaliscienses, guanajuatenses, etc. – que agrupan a nuestros emigrantes en diferentes ciudades de la Unión Americana. El impulso de esas acciones resulta fundamental para mantener en esos deportistas el “amor a la camiseta” y también,  el apego permanente a la tierra que los vio nacer, a ellos, a sus padres o sus abuelos.

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