De la política a la paranoia, algunos ven conspiraciones hasta en un plato de macarrones. En una página de temas sociales, se hacía una publicación sobre el aniversario de superman. Algunos no tardaron en acusar a todos los personajes de imperialistas, explotadores y otras lindezas.

Repasemos, en los años 30 y 40, Capitán América, Antorcha Humana, Namor y todos los héroes de Timely (La Marvel primitiva), luchadores antifascistas, la editorial más activa en su oposición al nazismo alemán, y fascismo italiano. Superman, el héroe de la clase trabajadora que perseguía agresivamente a corruptos y explotadores. Años 60. Daredevil, un ciego de clase obrera que logró ejercer como abogado y como justiciero. Spiderman, un excluido social casi sin un duro y con muy mala prensa que aún así ayudaba a gente. Lo mismo para la primera Patrulla X, excluidos, con un discapacitado como líder. Doctor Extraño, ex cirujano arruinado que se salvó abrazando el misticismo oriental. Hulk, un envenenado por radiación hostigado por el ejército americano. Años 70, Luke Cage, un afroamericano independiente con la piel impenetrable, mucha fuerza, y poca paciencia que fue encarcelado y maltratado por capricho. La nueva Patrulla X, un grupo internacional de desarraigados que encuentran su lugar en el mundo a través del apoyo mutuo. A finales de los 90 The Authority, un supergrupo de los más revolucionario, en lo social, también en lo político que desafían gobiernos y sistemas sociales. Y así unos cuantos personajes más.

Afirmaciones como las que he visto son delirantes, si tenemos en cuenta el origen de la mayoría de autores, Jack Kirby, Joe Simon, Jerry Siegel, Joe Shuster, Stan Lee, Bill Finger, Will Eisner, Jim Steranko y muchos otros. Acusar al cómic de lo que en su delirio afirman es no sólo llenar de mierda los sueños de muchos lectores, también es despreciar a todos los artistas que en ello dedicaron sus vidas, y que todavía hacen. No entienden, por no les sale de la entrepierna el entenderlo, que todos los rotulistas, traductores, editores, guionistas, dibujantes, portadistas y otros profesionales son trabajadores como los que dicen defender, y que el producto resultante, además de una obra narrativa, es a la vez el producto que manufacturan, y su medio de vida.

El asunto no es nuevo, llevan años con la misma cantinela, recuerdo que en los 80 aquí en España se ponían muy pelmas con el Capitán América, que si era un instrumento de conquista ideológica, que si era un símbolo del poderío militar, todo el santo día dando mítines, cuando lo único que queríamos era leer el último número de fórum recién adquirido sin ser molestados, sólo queríamos entretenernos con las historias de un personaje que fue sacado de su propia época, sin más pretensión que la de narrar lo mejor posible mes a mes.

En la actualidad la actitud ha persistido, quizá un poco más hooligan por el eco de las redes sociales, haciendo un montón de ruido contra un medio que no tiene más pretensiones que la del entretenimiento, lo que ya en sí mismo es más que loable en una época con sobredosis letales de realidad sobre la mesa o en pantalla. Algo de escapismo en forma de ficción es sano y recomendable.

Tal vez sean ellos los que tengan un complejo de súperhéroe en el que creen salvar al mundo, erigiéndose en ejemplo y acusando a otros de imperialistas o explotadores. Hay cosas que de puro repetirlas hartan, más aún si tienen poco fundamento. Tal vez haya que leer más, cómics incluidos, y señalar menos con el dedo queriendo dar lecciones a quien nunca se lo pidió.

 

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