Algún tiempo después, ya se encontraba él junto al monumento más representativo de la ciudad de Génova, es decir, el faro denominado  La Lanterna, con 117 metros de altura,  considerado el crucial  símbolo de la ciudad  y que se tenía noticia de su construcción desde el año 1128. Cavilaba él, cognitivamente, que viajar era para él un acto sagrado, pues la propia humanidad siempre había viajado, desde la noche de los tiempos, en eterna búsqueda de caza, de mejores pastos, de climas más agradables y de  poder  comerciar sus productos más originales. Tantas veces, descubría él de forma  sorprendente, que enterrado  en el fondo de su propio inconsciente, posiblemente habría alguien que fuera más interesante que él, posiblemente que fuera mucho más aventurero y, tal vez,  que fuera mucho más Abierto, hacía el Axis Mundo , pudiendo disfrutar de nuevas y singulares experiencias existenciales, siempre colmadas en lugares tan diversos, atiborrados de identidades genuinas, de ricas tradiciones, de sabias culturas, enlazándolas todas,  sin las susodichas barreras protectoras. Y sabía él tan bien que sus antiguos yoes, con todo lo que había aprendido hasta aquel entonces, eran ya absolutamente inútiles, ante los nuevos desafíos que la vida le depararía en un futuro incierto e ilusorio. Y para él “viajar”, era la sagrada experiencia de dejar de ser quien se esforzaba en llegar a ser, para transformarse en aquello que en su ser bullía de forma más genuina, procedente de sus fibras sensoriales más sensibles.   Y él siempre  tan inquieto… era cuando se le aceleraba el impetuoso anhelo de conocer la Catedral de San  Lorenzo,  guarecida con dos torres-campanario, habiendo sido fundada en el siglo IX, siendo luego  reconstruida entre los siglos XII y XIV, en estilo románico,  habiendo mantenido intacto  los costados y las puertas laterales románicas, mientras que la tan refinada fachada era típica de la arquitectura del Tirreno,  hecha en estilo gótico, presentando desde el punto de vista estructural, bandas horizontales blancas y negras.  Las iglesias de Génova, eran tan celebradas por su excesivo lujo y, sobre todo, por el extravagante empleo de los refinados mármoles de Carrara, de color negro y blanco, lo que les daba un aire de intricado tablero de damas.

De Cristóbal Colón al Renacimiento más bello

De Cristóbal Colón al Renacimiento más bello

E iba él por la Puerta Soprana, uno de los rincones más populares de toda la ciudad de Génova, donde se hallaba el edificio de la supuesta casa del genovés más famoso del mundo, Cristoforo Colombo, que propuso a las autoridades genovesas y posteriormente, a las portuguesas, de buscar una nueva vía por occidente para llegar a las ansiadas Indias, tan ricas en especias, pero no le hicieron mucho caso, emigrando posteriormente a Castilla…  hasta llegar posteriormente a la costa de las Bahamas, San Salvador, sin nunca saber que estaba en un nuevo continente, que se llamaría posteriormente América.

En su mariposeo cognitivo… intentando [re]significar toda la historia de su propia vida, en vivo monologo, preguntaba: ¿Y qué era el paisaje? Tal vez, fuera solamente la propia naturaleza mostrándose sin trabas, en su más genuina esencia, o muy simplemente fuera algo tan simbólico, que surgía de la propia mirada, plagada de una verdad tan fabulosa y tan hermosa, que parecía ser capaz de abarcarlo todo… o, tal vez, se pudiera relacionar con la propia experiencia personal, aunada, por la propia emoción,  el detonante de todas estas y de tantas otras cuestiones, para poder dilucidarse, si el propio paisaje, evocaba, descubría o construía. Y, a todo ello, habría que resaltar ciertos aspectos fundamentales, como el propio sentido del progreso, la identidad y todo lo que pertenecía al dominio público. Tal vez, con la particularidad, de que fueron enfocadas desde la propia afirmación, o desde la antagónica negación del sentido lato de la significación del paisaje, en todos sus preceptos, en términos de contemplación, estética y ética, pues sin ética jamás podría sentido estético.

“Tantas veces, descubría él de forma  sorprendente, que enterrado  en el fondo de su propio inconsciente, posiblemente habría alguien que fuera más interesante que él, posiblemente que fuera mucho más aventurero”

Finalmente  subía él a Santa María de Carignan, considerada la mejor iglesia de la ciudad de Génova, como  obra de arte,  pues durante el Renacimiento, no se había levantado edificio más regular, más  armonioso, más puro, situada en una cumbre ,  donde desde la etérea torre de esta maravillosa iglesia,  se abarcaba de una ojeada toda la “orgullosa”  ciudad de Génova, con sus pintorescas cercanías,  sus murallas,  sus hermosos jardines, su ajetreado puerto,  sus barcos,  un panorama digno de ser debidamente apreciado.  En la secuencia de su apetecible viaje…como si él fuera un curioso y nato explorador de nuevas sensaciones, llevando consigo en su leve y multicolor mochila, todo lo que era estrictamente necesario para poder llevar a cabo una excursión en tren y por barca, por la maravillosa península de Portofino y también por el Parco Nazionale delle Cinque Terre.

Quería él capturar y sentir humanamente, toda la verdadera esencia de esta atmósfera tan original, tan singular, de su “mundo propio”, ricamente impregnado de  tan preciosas vistas panorámicas, dadoras de un profuso deleite estético para el goce de la ávida mirada…  gozar del éxtasis de poder lograr, creativas, inmanentes y originales sensaciones visuales.

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