La semana que termina, el Presidente estadounidense Donald John Trump, declaró que su país abandonará el Tratado de Cielos Abiertos, el cual se había firmado el 24 de marzo de 1992 en Helsinki, Finlandia, si bien entró en vigor, después de que lo ratificaron Rusia y Bielorrusia, lo que no sucedió hasta el primero de enero de 2002.

La historia de este Acuerdo es añeja, data de 1955, es por decirlo de alguna manera, un producto clásico de la Guerra Fría, la que se inauguró casi en el mismo momento en que terminó la Segunda conflagración mundial, la cual en líneas muy generales significó, el enfrentamiento no directo entre los vendedores de la contienda, los Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, prácticamente en todas las regiones del planisferio, en algunas ocasiones de forma militar y en muchas más, a nivel de posicionamientos estratégicos, o de desestabilización política y económica, que incluyó los mares, polos, y el espacio sideral.

Y es que a fuerza de ser sinceros, en la década de los cincuenta del siglo pasado, nadie, ningún estudioso, o analista de los asuntos geopolíticos internacionales de la época, de uno u otro bando, sabía a ciencia cierta, cómo, o hasta donde actuar frente al rival, qué decisiones tomar, que no significara dar ventajas al enemigo, pero del mismo modo, tampoco tensar innecesariamente las relaciones, que llegaran a un punto de escalada irremediable.

Entre el 25 de junio de 1950 y el 27 de julio de 1953, se llevó a cabo el primer conflicto de este tipo en la Península Coreana, si bien desde cinco años antes, las grandes potencias militares que vencieron en la guerra mundial, habían acordado que el paralelo 38, sería la división entre Corea del Norte apoyada por la URSS, y Corea de Sur impulsada por EEUU, la verdad de las cosas es que durante todo el lustro hubo escarceos entre ambas naciones, hasta que los norteños mangoneados por los chinos invadieron de forma abierta y descarada a los sureños, los que con el apoyo de la Organización de Naciones Unidas, y los americanos repelieron la agresión, al frente del ejército de liberación fue asignado, el único general estadounidense que hasta la fecha logró ostentar cinco estrellas en su uniforme, Douglas McArthur que con su ímpetu característico, y deseando terminar con los problemas en esa parte de mundo, de una vez y para siempre, recomendó fueran utilizadas armas nucleares contra los invasores, y ocupar también a sus secuaces los sinos, lo que sin duda, hubiera sido el inicio de la Tercera Guerra Mundial, porque los soviéticos ya velaban armas.

El Presidente Harry S. Truman, que dicho sea de paso, la S de su nombre no tiene significado alguno, ya que fue la manera inteligente, en que los padres intentaron complacer a los dos abuelos, uno llamado Solomon y el otro Shipp, viendo lo que se venía venir, lo relevó del mando, aun así, hoy hablamos de una de la contiendas más sangrientas de la historia de la humanidad, costó tres millones de vidas, por lo que a dos años de terminado el conflicto en 1955, el entonces mandatario de EEUU Dwight David Eisenhower, en su encuentro en Ginebra Suiza, le propuso al líder de la URSS Nikolái Aleksándrovich Bulganin, la vigilancia aérea de sus territorios y de sus aliados, los tiempos no eran favorables para dicha propuesta, lo menos que causaba era suspicacia e inseguridad.

Fue George Herbert Walker Bush quien en 1989, retomó la idea y promovió rondas de negociación que se llevaron a cabo en Ottawa, Budapest, Viena y finalmente en Helsinki en 1992, cuando se firmaron los Tratados de Cielos Abiertos;  Alemania, Bélgica, Bielorrusia, Bosnia-Herzegovina, Bulgaria, Canadá, Croacia, Dinamarca, Eslovaquia, Eslovenia, España, Estados Unidos, Estonia, Finlandia, Francia, Georgia, Grecia, Hungría, Islandia, Italia, Kirguistán (lo firmó pero no lo ha ratificado), Letonia, Lituania, Luxemburgo, Noruega, Países Bajos, Polonia, Portugal, Reino Unido, República Checa, Rumania, Rusia, Suecia, Turquía, y Ucrania. Hasta el día de hoy canadienses y magyares resguardan el convenio y prestan ayuda administrativa.

Lo que se establece, es que todos los países pueden hacer sobrevuelos en el territorio de los otros miembros, con la finalidad de poder fotografiar, escanear y grabar en video, la posible construcción de armas, la resolución de estos equipos, deberán de permitir distinguir por ejemplo, entre un vehículo militar y uno civil, toda la información que se recabe, deberá de ser compartida con todos los integrantes del club, obviamente se avisa y los aviones que hacen los reconocimientos tienen especificaciones previamente autorizadas, los rusos usan un Tu-214OH, los americanos un OC-135 open skies, los británicos el Hawker Siddeley Andover, canadienses y un grupo de diez naciones más, fletan entre todos un Lockheed C-130 Hércules SAMSON.

Este aviso, podría dejar al mundo sin un elemento que ayuda a la no proliferación de armas de destrucción masiva.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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