El pasado 27 de mayo, los colombianos fueron a las urnas para elegir a quien sustituirá a partir del 7 de agosto, al economista egresado de la Universidad de Kansas, Juan Manuel Santos Calderón, que al haber cumplido su segundo periodo como mandatario del país, tendrá que dejar la Casa de Antonio Nariño.

 

Después de que ninguno de los contendientes, alcanzó el 50 por ciento de los votos, al igual que en la gran mayoría de los países de América Latina, competirán en segunda vuelta electoral, los dos que obtuvieron la mayoría de las preferencias. El abogado y senador Iván Duque Márquez del Partido Centro Democrático, identificado con la derecha colombiana, quien obtuvo el 39 por ciento de los sufragios, y el economista y alcalde de Bogotá con licencia, Gustavo Francisco Petro Urrego del Movimiento Colombiano Humanista, con el 25 por ciento de las inclinaciones.

 

Sin lugar a duda, el vértice de la elección fue la negociación y posterior incorporación a la vida política, del grupo guerrillero de las FARC, (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), procedimiento que ya había dejado fracturado al país, que demostró gran parte de su rechazo al proceso mismo, al relegar al negociador en jefe y candidato presidencial, Humberto de la Calle Lombana, al último lugar electoral con solo el 2 por ciento de los votos. Sin embargo, y no es un dato menor, con Gustavo Petro se manda un mensaje de aceptación, a que los grupos guerrilleros se incorporen a la vida institucional, ya que no podemos dejar de recordar, que los inicios políticos del hoy finalista, fueron dentro de la cupula del Movimiento 19 de abril (M19), que nació como rechazo al fraude electoral en 1970, que terminó radicalizando su movimiento, provocando una serie de atentados en todo el país que lo condujo a dos décadas terribles, hasta que firmó su entrega de armas en 1990.

Petro Urrego (58), tuvo maestros con preceptos católicos en los colegios Lasallistas, y sus posgrados los realizó en la Universidad Católica de Lovaina en Bélgica, y Salamanca, España, ha sido diputado y senador, durante su juventud, fue militante y compañero distinguido del violento M19, conocido como “el comandante Andrés” o “Aureliano”, seudónimo retomado de la novela Cien Años de Soledad, de Gabriel José de la Concordia García Márquez; por su parte Iván Duque (42), ha tenido una cuidada educación privada, graduado en leyes, por la Universidad Sergio Arboleda, con posgrados en Georgetown y Harvard, representa a la derecha más radical de Colombia, actualmente es senador y discípulo de Álvaro Uribe Vélez, expresidente del país, enemigo a muerte del actual mandatario, a quién él había impulsado a la primera magistratura, así como de la reciente negociación de paz, además habrá que esperar si no termina por perjudicar a su aprendiz, con los audios recientemente publicados, que lo incriminan como socio de los narcotraficantes.

 

El domingo 17 de junio, los 36 millones de colombianos que están inscritos en el padrón electoral, están convocados para resolver entre dos propuestas, el exguerrillero propone dejar atrás los fantasmas de la lucha armada, impulsando la reincorporación de las FARC a la vida pública, implementar un importante reparto agrario sobre los cultivos de coca, y solidaridad con la migración venezolana; el derechista, ofrece una revisión de los acuerdos de paz, no cancelación, pero que sea posible que los excombatientes, vayan a juicios especiales antes de ocupar cargos públicos, así como un cierre selectivo de las frontera con Venezuela.

 

En la inter campaña, llaman poderosamente la atención tres cosas, la primera y fundamental, el narcotráfico no es tema central en la contienda, por supuesto que no deja de estar presente, pero no como lo fue durante muchos años, el núcleo del debate; segunda, durante la pasada convocatoria, solo asistió a emitir su sufragio el 53 por ciento, de los electores, poco para una democracia consolidada como lo es, pero mucha si se toma en cuenta que la elección anterior, respondió solo el 40 por ciento de los ciudadanos; tercera y muy importante, el modelo económico, no está en cuestión, una política económica que aún en los años más obscuros de Colombia, en donde los capos de la droga y los atentados terroristas, parecía abatían el país, siempre mantuvo dirección, aun cuando se pusieron en auge y la fiebre del proteccionismo económico cundió entre sus vecinos como Ecuador y Venezuela, que los llevó al fracaso económico y social, y en menor medida a Brasil y Perú, que los dejó, como están, pendientes de un hilo.

 

Para confirmar la consolidación económica sobre sus vecinos y américa latina en general, así como de la estabilidad que goza la nación de Fernando Botero Angulo, esta semana que termina, fue admitida como el país número 37 de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que indudablemente la consolidará como un polo de inversión extranjera.

 

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