La semana que termina, desoyendo una solicitud que data de hace 37 años, por parte de la Organización de Naciones Unidas, que instó a los países del mundo, que tuvieran relaciones diplomáticas con Israel, a retirar sus Embajadas de Jerusalén o Al Quds, y trasladarlas a Tel Aviv-Yafo, Donald John Trump firmó el acuerdo que convierte a Estados Unidos en el único país que reconoce a “La Casa de Paz o Casa de lo Sagrado”, según la religión e idioma, como capital de Israel.

Con ello cierra de forma casi irreversible, el proceso en el que los mismos estadounidenses trabajaban, como posibles mediadores, en un intento más, por llevar la paz al oriente cercano, y con ello, condenar no solo a la región, sino al mundo, a seguir viviendo en la zozobra. Es un hecho que el traslado no será mañana, ni mucho menos, es muy probable se tarde años en concretar, o nunca se dé, al menos en el futuro cercano no será, el servicio exterior yankee calcula mínimamente dos años, pero lo cierto es que con ello pone un nerviosismo innecesario a las Relaciones Internacionales.

Jerusalén

Jerusalén

Después de un periodo de mandato británico, David Ben-Gurión (David Grün), declaró la conformación del Estado de Israel en mayo de 1948, en gran parte permitido por la comunidad internacional, como pago de las masacres fascistas de la Segunda Guerra Mundial, en la posterior guerra iniciada por los árabes, que siguió a esta proclamación, ONU instruyó para que Jerusalén fuera una ciudad bajo la administración internacional, muy rápido el Estado judío no respetó el acuerdo, y se apodero de la zona occidental de la ciudad y en la zona oriental o vieja. Jordania se adjudicó el control, posteriormente con el triunfo de sion, en la guerra de los seis días en 1967, quedó absolutamente bajo su dominio y en 1980 Israel la declaró su capital eterna e indivisible.

Como medida de sanción ONU, hizo la petición de traslado comentada, lo cual se fue cumpliendo muy poco a poco, hasta 2006, cuando lo hicieron Costa Rica y El Salvador como últimos.

Jerusalén fue fundada en el siglo XXVI a.C. por los ancestros de Abraham, está situada geopolíticamente en el epicentro del mundo euroasiático-africano, en la región confluyeron gran parte de las migraciones, del comercio y de todos los movimientos que se hicieron por los mares mediterráneo, negro y por entre los tres continentes, al ser conquistada por David de Israel, la amplió y fue fortalecida, posteriormente su hijo Salomón, mandó la construcción del Templo de Jerusalén para que en el se guardara el Arca de la Alianza y las leyes del antiguo testamento que Yahvé entregó a Moisés, en dos tablas de piedra en el Monte Sinaí, pasaron y la conquistaron los babilónicos y los persas, hasta que Alejandro Magno la ganó para sí; posteriormente pasó a poder de los romanos, bajo el reinado de Pompeyo, quien la entregó a los árabes, lo que motivó la cruzadas, así fue gobernada por el francés Godofredo de Bouillón, hasta que en 1517 quedó definitivamente en manos de los otomanos.

Con todos los comerciantes, comidas, costumbres, creencias, culturas, etnias, guerreros, humores, idiomas, mercenarios, naciones, olores, pueblos, religiones y soldados, que pasaron por sus callejones, plazas y mesones, no es raro decir, que fue la cuidad que se convirtió en la sede de tres importantes religiones, Islam, Judía y Cristiana, ello hizo que los jerosolimitanos fuera ciudadanos del mundo y pero también que el mundo, reclame la ciudad como propia.

La paz no ha sido posible, son muchas las aristas que están en juego, Israel tiene desde su conformación, pero especialmente desde 1980, la convicción de que la ciudad sea reconocida como su capital, por el resto de la comunidad internacional; lo cierto es que cuando Palestina fue apabullada por los ingleses e intentaron desaparecerla, y desde antes de ello, el esfuerzo ha sido magno por los árabes, pero los fanáticos de ambos lados, los radicales que apuestan a todo o nada, conmigo o contra mí, han generado constantes climas de tensión que sangran el territorio de esos lugares santos, de forma casi constante, para evitar ello, si bien desde 1995, los norteamericanos habían aprobado ese traslado, la prudencia y la búsqueda de consensos, habían evitado esta orden.

“Donald John Trump firmó el acuerdo que convierte a Estados Unidos en el único país que reconoce a “La Casa de Paz o Casa de lo Sagrado”, según la religión e idioma, como capital de Israel.”

En esta época, que se requiere mesura, tranquilidad y equilibrio mental, nos toca presenciar la arrogancia y preponderancia de la egolatría por sobre el interés supremo que significa la paz internacional, con el traslado de la Embajada de Estados Unidos a Al Quds, instruido por el presidente norteamericano, pone en ciernes una tercera intifada (agitación levantamiento), que ya en las dos primeras cobró más de 5000 vidas, los árabes han llamado al día de la ira y los grupos extremistas, de ambos bando guardan las armas, todos los muertos que haya en esta ocasión tienen un dueño, que habita a 15 mil kilómetros de distancia.

 

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