Cuando el 16 de marzo de 2003, se reunieron en medio del Atlántico, en las Islas Azores, los entonces dirigentes de Estados Unidos, George Walker Bush, del Reino Unido, Anthony Charles Lynton Blair, de España, José María Alfredo Aznar López, y de Portugal, José Manuel Durào Barroso, quien fue el anfitrión, para tomar lo que consideraron las medidas necesarias, urgentes y sobre todo estrictas para ejemplificar con el desobediente régimen del dictador iraquí, Saddam Husayn Abd Al-Mayid Al-Tikriti, nunca se imaginaron la caja de pandora que estaban abriendo.

La dictadura de Saddam Hussein, durante muchos años tuvo el beneplácito de las potencias occidentales, en especial de Estados Unidos, que lo armó y capacitó, hasta convertir a su ejército en el segundo más poderoso de la región, solo después del israelita, con el único objetivo de hacer  frente y debilitar al enemigo número uno del mundo occidental, el gobierno de los Ayatolás en Irán, durante la década de los ochentas, los estadounidenses y sus aliados, mantuvieron a través de Irak contra los persas, una guerra, que no solo devasto la economía de ambos países, sino que mantuvo en vilo los precios del petróleo y la paz mundial, peor aún, se le permitió a Hussein, usar armas químicas, no solo contra Irán, sino también contra civiles Kurdos, al norte de su territorio, digamos que tuvo manos libres.

Sin embargo, el títere pensó que podía ser el dueño del circo, y al inicio de los años noventa del siglo pasado, Saddam Hussein evaluó que era lo suficientemente fuerte y necesario para Estados Unidos, que decidió atacar Kuwait, con ello logró lo impensable, que la Organización de Naciones Unidas por única vez en su existencia, hasta ahora, declarara la guerra, la cual se instrumentó mediante una alianza internacional que encabezó George Herbert Walker Bush. La operación libertad iraquí, no solo fracasó al enfrentar al árabe, sino que lo convirtió en el líder de los gobernantes que hacían frente a los yankees.

Los atentados terroristas a las torres gemelas de Nueva York el 11 de septiembre de 2001, dieron el pretexto ideal para que, George Bush Jr. en su paranoia de  buscar un culpable, y al no encontrar al responsable directo, Usàma Bin Muhammad Bin Awad Bin Làdin, a quien dicho sea de paso, también los americanos habían entrenado y financiado en Afganistán, para combatir a los invasores soviéticos a partir de 1979, responsabiliza de todos los males del mundo a Saddam Hussein; por lo que, en contra de lo dictaminado por ONU y diversas agencias de energía atómica internacionales, se decidió que tenía armas de destrucción masiva y que estaba preparando atentados con armas químicas que construía por miles en los desiertos del norte de su país, por lo que después de un ultimátum de desarme de 24 horas, el 20 de marzo se atacó la antigua Mesopotamia.

Desde esas fechas y hasta el día de hoy, Irak ha sido centro de disputa, los estadounidenses han pretendido controlar el país y su producción petrolera, por lo que no ha salido, aún después de que terminó la guerra con la caída de Hussein, Irán también ha hecho del territorio, donde según la biblia existió el paraíso terrenal, su centro de operaciones para apoyar a la facción chií islámica que combate en Siria, así como consolidar su influencia en tierra de nadie allende sus fronteras, el jefe de las operaciones en la zona, era el ahora Teniente General Qasem Soleimani, quien esta semana que termina, murió en un ataque con drones que Donald John Trump ordenó al aeropuerto de Bagdad, en donde se encontraba.

La tensión está al máximo, Soleimani era el segundo hombre en importancia dentro de la estructura militar de Irán, desde fines de 1997 fue designado para conformar y comandar Al-Quds, una fuerza militar extraterritorial, había luchado por su país en la mencionada guerra contra Irak en los ochenta, por lo era considerado por líder supremo de la nación Alí Hoseiní Jamenei, un mártir viviente, sin lugar a dudas, fue él quien dio la orden del ataque a una base militar de Estados Unidos en Kirkuk al norte de Irak, en la que se contabilizaron hasta 30 proyectiles, en el que murió un contratista y 4 soldados fueron heridos, la represalia fue dura y costó la vida al general, por lo que los persas han jurado, en su momento y lugar una dura venganza.

Las horas venideras serán electrizantes, los megavatios mantendrán el mundo al filo de los asientos, considero que Estados Unidos no subirá más la apuesta, por la inmediatez de la campaña electoral, a la que Trump iría sin protección, y al régimen islámico la batalla que más le conviene es en lugares civiles, no el enfrentamiento directo, donde perdería.

 

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