Harold quedó conmovido con esa historia y también con ese mundo lleno de disfrutes, desprovisto de preocupaciones y sin ninguna necesidad de dinero; y con el goce de una vida tan opulenta (Estar en “Ninguna Parte” es casi estar en Mónaco… cero pobrezas, cero obligaciones de trabajar; mientras en cambio Harold está acostumbrado a sus excavaciones de arqueología, a su rutina y a su vida modesta…)
Esta vez Harold no salía de un hospital, ahora salía de una hermosa mansión, rumbo a su hogar… llega hasta su automóvil, lo enciende y se marcha, pero antes se pregunta: -¿Dónde? y de repente nota que su auto va a quedar sin gasolina, se detiene en la estación más próxima, pide que llenen el tanque, intenta arrancar, pero el empleado lo detiene y le dice el monto a pagar; inmediatamente cae en cuenta de que ya no está en “Ninguna Parte” y se pregunta a sí mismo ¿Cómo voy a pagar, si no tengo ni un solo centavo?, de pronto advierte que tenía una billetera en el otro bolsillo, la abre, encuentra algo de efectivo y varias tarjetas de crédito… paga con un billete sin esperar el cambio.
Pero en vez de ir a su casa, retorna al Hospital, se dirige a la habitación 246; nadie lo reconoció en el camino. Ya en ella se da un baño y luego llama a la enfermera, cuando ésta lo vio quedó sorprendida, él se encontraba en la cama sentado, con tan solo una toalla amarrada a la cintura completamente desnudo el torso exhibiendo su cuerpo atlético y desconectado de cualquier equipo terapéutico… Ella casi grita de la
impresión… Llama al doctor, quien a su vez se comunica con la esposa de Harold (aparentemente el tiempo no había transcurrido).
Cuando vio a Amanda, se levantó, la abrazó junto con su hijo de siete años… Lo primero que le manifiesta es que él quería ir al teatro, o al cine o a una librería… este deseo extrañó mucho a Amanda ya que esos no eran propiamente sus gustos, él era más bien un fan del atletismo, un aficionado al deporte que otra cosa, más que un intelectual… pero Amanda lo aceptó como algo nuevo, ya que no sabía de qué manera el coma pudo haberle afectado… y le dijo: -Está bien mi amor… haremos lo que tú digas… Mientras reflexionaba sobre “Ninguna parte” y la “Fiscal” pasaron varios días hasta que egresó del hospital.


Él no sabía si el episodio vivido era realmente una alucinación o algo parecido, ya que a pesar de ser un lugar que no existe, todo era tan real… Cuando dejaban la habitación del Hospital súbitamente nota que no está la otra puerta por donde había entrado a la mansión de la Fiscal… Harold queda
paralizado en medio de ella cuando entra, inadvertidamente, una enfermera desconocida, le entregó una página de periódico donde anuncia una obra de teatro en su último día de función, ella le comunica: -Yo soy una “irrealidad protectora” junto con otras estamos aquí y hemos venido para ayudarte, insisto… no dejes de ir esta noche a ver esta obra. Leyó el título: “La Rebelión del Personaje”-.
Ya en la casa notifica a Amanda: el primer día de mi convalecencia no guardaré reposo sino iré al teatro, tienen una gran discusión por eso, hasta que Harold se escapa, saliendo por la puerta trasera sin hacer el menor ruido… toma un taxi, llega tarde a la función, ya que en la taquilla había un letrero que decía: AGOTADAS… pese que hacía frío una pareja pasea un niño en un coche y cuando pasan frente a él, el niño dejó caer un boleto: era nada menos que una entrada para la obra “La Rebelión del Personaje”. Lo tomó, entró a la sala, y apenas alcanza a ver la escena final: una mujer vestida de rojo, con el cabello negro y tez muy blanca, reclama airada al dramaturgo que la creó: – ¿Por qué me hiciste asesina de mis propios hijos?
Yo no pedí ser inventada y no creo tampoco en la libertad… entonces toma un arma y la descarga sobre él; cayendo simultáneamente muertos tanto ella como personaje y él su propio creador. La gente aplaudió frenéticamente pero el telón por razones obvias nunca subió, tampoco nadie salió a recibir los aplausos por ellos, los asistentes fueron abandonando la sala desconcertados…
Cuando rápidamente Harold reconoce a los trillizos veinteañeros que había visto en la fiesta de “Ninguna Parte”. Los recuerda, claramente, que estaban en la mansión de la Fiscal jugando unos con otros. Harold entendió que eran irrealidades que escapaban.
Los trillizos no percibieron la presencia de Harold, mientras los ve alejarse, una acomodadora lo aborda: -ellos son irrealidades que no son óptimas en sus funcionamientos y están de parte del psiquiatra, debes cuidarte, a ellos se les conoce como los trillizos “Malva”. Extiende la mano y le entrega: -aquí tienes la tarjeta de presentación del psiquiatra, ve a verlo, dile que
tienes insomnio y las pocas veces que logras dormir has soñado con muchos ángeles, serpientes, así como también con la muerte…
ESTA HISTORIA CONTINUARÁ…
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