Y entonces corre como caballo, la desazón en mi alma,

Y silba, silba como el viento cuando choca contra los árboles,

Me deshace los nudos de las memorias que tejí,

Y teje nuevos miedos en mi pecho.

De todos mis pasajes, añoro mis tiempos…

También esos sentimientos que quedaron a flor de piel…sin terminar

O esos que no dejé crecer, que me desvestí.

 

Y el alma se descose, los hilos se revientan,

Y vuelven los tormentos,

Todas las partes se me pierden,

Y en una búsqueda por encontrarlas,

Me encuentro con ella…

Ella y yo,

Con el mismo rostro,

El cuerpo en piltrafas y desaliñado,

Con el pelo enmarañado, sin remedio…

Y esas muñecas con las que jugaba;

Ella que era sin ser,

Y yo que no fui y soy.

 

Y entonces, un análisis,

Ella, yo; somos, fuimos, seremos…

La misma historia, cualquier final,

Pero en medida la misma realidad.

Y en una unión de almas todo cambia,

Ella con su mundo de fantasía

Y yo, yo con el mío hecho jirones, no sé qué pensar.

Ser, sin ser, sin existir, no valer.

 

Me desvelo con misterios que yo misma creo,

Veo monstruos que me rodean en mis noches… alrededor de mi cama.

Y es que no hay escapatoria de mi mente.

 

Y a través de los restos que dejó caer,

La veo a ella, yo, me veo ahora, ¿Quién es?

Esa es otra historia que nunca conocí,

La persona que nunca quise ser…

Los velos que se rompieron y jamás se arreglaron.

Los cuentos que dejaron de ser escuchados,

Rondas infantiles de ser sonadas.

 

Y ella que creció ya no es, se fue, se perdió, murió.

Limpia cada pedazo que en el suelo reposan,

Intenta unirlas, arreglarlas, pero no puede con sus manos ensangrentadas.

Ya no llora, no ríe, no siente…

Ella y yo, no somos las mismas,

Hubo un laso invisible que se fundió con el tiempo.

 

Lloro por ella, por el dolor que siente y no muestra,

Cojo sus miedos en mis manos, pesan tanto…

Pongo un poco de coraje en medio, pero son fuertes.

Y entonces, los quemo,

Al principio son como mil voces que claman,

Luego es solo una la que agradece…

Es ella, que descansa.

 

La arrullo en mis pequeños brazos,

Acaricio su pelo, era un rugido refulgente lo que no escuchaban,

Lo que ella ocultaba,

Lo que se hacía a la sombra del olvido.

Ella y yo, el mismo cuerpo en diferentes tiempos,

Ella marcada por la realidad palpable del ayer…

Y yo, yo con el vilo de la infancia a flor de piel.

 

Solo un corte en la historia nos convirtió en marginadas,

Yo aquí, detenida en el bosquejo de un cuento de hadas,

Y ella, allí al otro lado con la cara cortada.

Separadas, desconocidas… siendo solo una.

 

Ella duerme, sueña con el mañana,

Y yo mientras tanto, voy cociéndome uno a uno a su lado.

-Shaddy.

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