Me gustaría compartirles este artículo que encontré y que habla de la correcta educación y manejo de emociones, que tanta falta hace aprender y poner en práctica.

 

En 2017, en un Colegio privado de Monterrey, México, un adolescente de 15 años disparó contra su profesora y 3 alumnos de su edad, luego se dio un tiro. Las teorías más aceptadas es que el chico pertenecía a un grupo anónimo de Facebook en el que se incitaba a la violencia y en su momento se conoció que el joven había sufrido bullying en distintas etapas de su edad escolar, había sido expulsado varias veces de otras escuelas y estaba en tratamiento psicológico debido a una depresión.

 

De acuerdo a la psicóloga que escribe este artículo, este tipo de situaciones deja de manifiesto que se padece en nuestra sociedad una clara incapacidad para educar y manejar emociones y que actualmente se le da una enorme importancia al rendimiento escolar, al éxito deportivo y académico, pero se le da muy poco valor al manejo de las emociones.

 

Estos acontecimientos reflejan el aumento de trastornos en la adolescencia, los arrestos de chicos cada vez más jóvenes por uso de drogas o portación de armas, el incremento de los trastornos alimenticios y los embarazos en adolescentes casi niñas, así como el vertiginoso aumento de los síntomas de la depresión.

 

Las alarmantes estadísticas que muestran en promedio los adolescentes violentos, con depresión y otros trastornos mentales, reflejan un desempeño más pobre en los siguientes aspectos:

 

  1. El aislamiento o problemas sociales que reflejan su preferencia por estar solos y su tendencia a ser reservados, a estar de mal humor en forma extrema, la pérdida de energía, sentimientos de infelicidad y dependencia exagerada.

 

  1. La ansiedad y depresión, conducta solitaria, miedos y preocupaciones, sensación de no ser amado, tristeza y depresión.

 

  1. Problemas de atención o la incapacidad de permanecer quietos, que refleja un pobre desempeño escolar y la falta de empatía con los demás.

 

  1. Agresividad y delincuencia, uso de mentiras en casa, tendencia a discutir con los mayores, una exagerada demanda de atención, desobediencia en el hogar y en la escuela, actitud burlona, charlatanería, obstinación, vinculación con personas que se involucran en conflictos.

 

Si cada uno de estos conflictos se toma en forma individual, aparentemente no causa asombro, pero tomados en conjunto son una medida del grado de toxicidad que está caracterizando a la juventud, que en general pone de manifiesto su falta de aptitudes emocionales. Ningún adolescente de cualquier clase social está exento de este riesgo, estos son problemas universales que se dan en todos los grupos étnicos, raciales y económicos.

 

Vivimos en una época en que las familias se encuentran asediadas por los problemas económicos, por lo que ahora trabajan ambos padres y los chicos se quedan solos, al cuidado de algún familiar o la niñera si bien les va o embebidos en su Tablet, celular o computadora.

 

Si las familias dejan de cumplir en forma eficaz sus funciones para proporcionar a los hijos seguridad, no sólo económica sino emocional, es muy probable que sigamos viendo este tipo de problemas para manejar las aptitudes emocionales y nos enfrentemos a mayores problemáticas sociales entre las que se encuentran principalmente las conductas agresivas y la depresión.

 

CÓMO EDUCAR LAS EMOCIONES

 

Daniel Coleman autor de la Inteligencia Emocional, afirma que para desenvolverse en la sociedad hace falta tanto la inteligencia racional como la emocional, si no se tienen ambas se cae en el Analfabetismo Emocional,  que es descrito como la incapacidad de sentirse cómodos y dueños de las emociones, expresa la carencia de desarrollo de las habilidades emocionales más básicas como: El reconocimiento, la aceptación, la expresión y la creación de emociones.

 

El primer momento para educar a los niños en la Inteligencia Emocional es en los primeros años de vida, lo cual hará que se conviertan en la clave de su éxito escolar, que estará determinado no por sus calificaciones sino por sus habilidades sociales y emocionales:  Les ayudará a tener seguridad en si mismos, saber qué tipo de conducta se espera de ellos, cómo dominar el impulso de portarse mal, saber seguir instrucciones  y expresar sus propias necesidades al relacionarse con otros.

 

El aprendizaje emocional es más importante que el aprendizaje de cualquier otra materia, según Coleman, los niños no sólo deben recibir apoyo de sus familias sino también de la escuela que debe suplir las deficiencias en la aptitud social y emocional de aquellos niños que no cuentan con apoyo suficiente en su casa, lo cual involucra a los profesores a que vayan más allá de su misión tradicional.

 

Como se puede ver, no es una tarea fácil, pero si se aprende esta habilidad y se cultiva, los beneficios personales serán enormes, por lo que es ideal aprender a reconocer nuestras emociones, aceptarlas y expresarlas, no importa la edad que se tenga – añadiría yo.

 

Revista Voy y Vengo 2017– Ciudad de México

 

Sigue leyendo a Lili Soto

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