Me sorprendí rompiendo papeles viejos, sacudiendo cajones, encontrando cosas que me permitieron repasar mi pasado, y pensando qué tiraba a la basura y qué no, cosas que en algún momento había atesorado y que ahora me decidía a tirar.

Abrí los cajones y en la mayoría me encontré con notas, apuntes, agendas con nombres de personas que ya les perdí la pista, recuerditos de todos los tamaños, en fin, mil cosas que en su momento atesoré pero que ahora ha llegado el momento de tirar.

Me puse a pensar a qué se debe que guardemos de forma compulsiva tantas cosas, siempre creemos que las vamos a necesitar y al pasar los años ya ni nos acordamos que las tenemos, hasta ahora que estaba revisando me acordé que tenía por ahí mis pinceles de pintura que un día iba a estrenar, mi agenda que tanto me gusta pero que ya está caducada y que no he vuelto a usar,  me dí cuenta también que vivimos rodeados de cosas sin utilidad, de las que nos vamos aferrando por si algún día las necesitamos, también de recuerdos que ya no lo son y que ni siquiera nos hemos dado cuenta que los tenemos, hasta que hacemos esta limpieza.

Limpiar y tirar de vez en cuando

Limpiar y tirar de vez en cuando

Encontré un boleto del metro que tiene fácil más de 20 años y que por cierto es un transporte que nunca utilizo, y ni siquiera me acuerdo por que lo guardé,  y por más que traté de recordar si fue una ida con mi primer novio al cine, o en homenaje a que tuve la valentía de subirme al tren subterráneo, no lo sé. Encontré garantías de aparatos que ya ni existen, manuales de cosas que ya no tengo, tickets del super de hace años, que por alguna razón guardé y ahora también les toco pisar el bote de la basura.

¡Tiré tantas cosas!  Pero de lo que si me costó trabajo fue deshacerme de los llaveros, por alguna razón tengo muchos y solamente traigo el de siempre en mis llaves, y de mis libretas de apuntes! tengo tantas y cada que las leo, me llenan de tantas cosas que también decidí dejarles de nuevo su espacio, hasta la siguiente limpieza a ver si me decido a que pasen a mejor vida. Al final de cuentas todos mis cajones quedaron ordenados, seguramente para volverlos a llenar con cosas futuras que cuando pase el tiempo ya no me servirán de nada, es más seguro que ni siquiera recordaré el por qué las guardo.

Al hacer esta limpieza es inevitable regresar al pasado, recordar los sentimientos que provoca cada recuerdo que vamos descubriendo por ahí escondido, esta tarea nos permite analizar y reflexionar en qué hemos cambiado,  cómo la hemos pasado durante todos esos años que tienen los recuerdos guardados en nuestro cajón, y ¿Por qué no? Tal vez sea tiempo de aprovechar para sacar de una vez los sentimientos dañinos que llevamos guardados dentro de nuestro corazón y que sólo están ocupando espacio un espacio que podemos llenar con nuevas cosas ya con la madurez que hemos ido adquiriendo.

“Podemos deshacernos por ejemplo de celos, resentimientos, preocupaciones”

Podemos deshacernos por ejemplo de celos, resentimientos, preocupaciones, todo lo que nos impide abrir nuestro corazón y en su lugar podemos llenarnos de alegrías, amor, compasión, paciencia y sobre todo el perdón.

Es muy importante hacer de vez en cuando una limpieza exterior, pero sobre todo tirar a la basura todo lo que internamente lleva tiempo estorbándonos y no nos damos cuenta. Pero lo más recomendable es dejar siempre un espacio en nuestro Ser, en el Alma, en el Espíritu, donde tú quieras albergar porque no cabe duda que llegará en su momento, alguien a ocupar ese espacio, tal vez sea para consolarle, dar un consejo, ayudarle a aliviar sus penas, o simplemente reconfortarle con el corazón en la mano.

Así que siempre es un buen día para poner en orden los cajones, y limpiar nuestra mente, nuestro corazón, nuestro sentimientos y volver a renacer al final de la jornada!

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