Anna McManamey era una joven llena de sueños y planes para convertirse en una gimnasta de élite hasta que un día, a sus 14 años le dijeron que su cuerpo era “demasiado grande” para conseguirlo.

Ese comentario le afectó tanto a su autoestima que dejó de ingerir alimentos, llegando a pesar 39 kilos e iniciando una batalla contra el desorden alimenticio, que le duró 7 años.

“Crecí como bailarina y gimnasta rítmica, así que desde una edad muy temprana he sido consciente de mi cuerpo. Mis problemas con la imagen corporal empezaron muy jóvenes”, confiesa McManamey al Daily Mail.

Sus padres la llevaron a terapia y ella, a pesar de la enfermedad, siguió bailando y haciendo gimnasia para perder peso, pero aun así no se sentía feliz.

Sus problemas de autoestima desaparecieron finalmente cuando se dio cuenta que estar delgada no era la solución a sus problemas y ahora asegura sentir pena cuando ve fotos suyas con una delgadez extrema.

Con su historia espera concienciar a la sociedad, que la delgadez no debe ser el objetivo de nadie porque no resuelve los problemas: “No se puede resolver problemas emocionales con los físicos”.

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