Quiero la receta de…Tu vida

Quiero la receta de…Tu vida

Recetas…Esas codiciadas posesiones por las que muchos están dispuestos a morir o matar.

Recuerdo a mis tías y mis abuelas preparando las múltiples cenas de convivencia familiar, todas tenían una receta, unas en la comida y otras para hacerse los rulos y que quedarán naturales.

Los abuelos y los tíos también tenían recetas pero ellos las compartían en forma de técnicas.

Pero indudablemente saber la receta de algo es ser poseedor de una clase de conocimiento vinculado a la experiencia de vida, incalculable y de transmisión oral.

Había recetas para todo, para que el arroz quedará blanco, para que el pastel esponjara, para que la pintura de carro brillara y cada cual la atesoraba con recelo.

De llegar a revelarse era bajo la consigna de resguardarla, había de hecho recetas familiares, -así como la abuela,la hija y la nieta- y muchas de las franquicias de comida hoy en día, tienen una receta secreta.

Lo gracioso es que hay gente que piensa que existe una receta para el éxito, honestamente no lo creo. Durante mis años impartiendo cursos mucha gente con flojera de estudiar quiere descubrir mis «recetas» ¿Cómo hace esto? ¿Cómo hace aquello? Preguntan cada detalle para no perder la receta.

Quiero la receta de…Tu vida

Quiero la receta de…Tu vida

Pero detrás de todas las recetas está el esfuerzo y la dedicación, las ojeras, las desveladas, los fracasos, las pérdidas. En cierto momento escuche a alguna tía revelarle a su nuera la receta familiar del mole dulce.

La  chica se aseguró de apuntar con detalle hasta el último ingrediente, mi tía le explicó con gran pasión, como asaba los chiles, freía el pan, molia todo en un molino de mano, las especias que ocupaba etc…

Semanas después la nuera llegó y con tono de reclamo le dijo a mi tía.

-¡Usted me engañó! El mole me quedo bien feo.

-¿Pues como lo hiciste? Pregunto mi tía.

-A lo que la chica confesó. Cómo no me gusta el chocolate le quite la mitad y busque en Internet un sustituto, lo molí en la licuadora porque no tengo molino de mano y como me entretuve hablando por teléfono se quemó un poco.

-Mi tía le dijo- Lo más importante en la vida es la entrega y la confianza. Si te hubieras entregado a hacerlo, no se hubiera quemado y si no hubieras desconfiado de mi receta te hubiera quedado como el que hacemos aquí en casa.

Hasta la fecha la nuera no sabe cocinar, aunque tiene en su casa miles de libros de recetas.

Las recetas se cocinan en el fuego del corazón.

 

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