Los dichos de uso corriente proceden de una historia, una anécdota, un cuento, un personaje real o ficticio. Su origen es muy diverso, pero todos tienen un motivo y un por qué.

 

Pagar el pato
Padecer o sufrir un castigo no merecido o que ha merecido otro, cargar con las culpas ajenas siendo inocente.
Frase muy antigua que tiene su origen en la actitud intransigente e intolerante hacia el pueblo judío de la sociedad cristiana española de los siglos XVI y XVII, después de siglos de convivencia entre las dos religiones. Tiempos en que los hebreos españoles eran tomados a menudo como chivos expiatorios y se les atribuían todos los males reales o imaginarios para los que no se encontraba mejor explicación. Los judíos, relegados en sus barrios y limitadas sus libertades, sufrían continuos acosos de sus vecinos cristianos.

Como hacían profesión pública de su fe manifestando que su pueblo tenía un “pacto con Dios”, los cristianos se burlaban y amenazaban diciéndoles que “pagarían el pacto” cuando estuviesen reunidos en sus sinagogas, en una clara referencia a que las quemarían con todos ellos dentro. Más tarde, desprovista ya de toda connotación religiosa o racista, la frase se hizo tan popular que quedó “marcada” en el lenguaje hasta nuestros días.

Hay quienes varían ligeramente su procedencia señalando que era una frase utilizada por los cristianos para burlarse de los judíos españoles cuya fe se mantenía a través del “Pacto”, vocablo utilizado para referirse al “Concierto de Dios”. En cualquier caso, perseguidos por su fe y obligados a pagar unos impuestos especiales por el hecho de ser judíos, a su alrededor se constituyó la frase de “pagar el pato” con un sentido irónico y burlesco.

 

Pasar la noche en blanco
Cuando una persona es incapaz de conciliar el sueño por un dolor, una preocupación u otro motivo, se dice que ha pasado la noche en blanco.
Su origen viene de cuando ciertas órdenes de caballería durante el medievo exigían al aspirante, como ritual, pasar una noche de vigilia velando armas antes de ser nombrados caballeros.

Lo hacían vestidos con una túnica de color blanco como único atuendo (“pasar la noche en blanco”), que simbolizaba la pureza espiritual y les honraría como caballeros. El color blanco de la ropa y lo larga que se hacía la espera hasta el amanecer dio origen al citado dicho.

 

Poner en tela de juicio
Indica que se está poniendo en duda un logro o una certeza.
Para explicar su procedencia debemos ir de nuevo a la época medieval y a uno de los significados de la palabra “tela”: valla que dividía en dos partes un terreno llamado “liza”, empleada para las justas de los antiguos caballeros y que evitaba que los caballos en su carrera frente a frente se toparan entre sí. Si bien los torneos servían como espectáculo de los grandes eventos usando armas simuladas normalmente, en su origen la razón de ser de las justas era impartir justicia en caso de una disputa y en ese caso si se utilizaban armas auténticas para determinar el vencedor. “Poner en tela de juicio” consistía en trasladar un litigio a la “liza “para conseguir la razón por las armas. En el antiguo Derecho Procesal también significaba que un caso se encontraba pendiente de las averiguaciones previas para más tarde poder resolverlo.

 

Poner la mano en el fuego
Se utiliza para manifestar respaldo total a alguien o algo.
Su procedencia se remonta a la época en la que se practicaba el llamado “Juicio de Dios”. Conocido también como Ordalía, ésta era una institución jurídica que atendiendo a supuestos mandatos divinos dictaminaba la inocencia o culpabilidad de una persona o cosa acusadas de quebrantar las normas establecidas o cometer un pecado.

Esta costumbre pagana se ejecutaba de formas muy diversas, casi todas consistentes en pruebas de fuego (sujetar hierros candentes, introducir las manos en la lumbre,…). Si la persona salía de la prueba con pocas quemaduras significaba que Dios la consideraba inocente y por tanto no debía recibir ningún castigo. En su concepción más actual (“respaldo total”)

Poner pies en polvorosa
Se usa para decir que alguien ha escapado con precipitación o ligereza.
Según algunos la frase proviene de la nube de polvo que se formaba en los caminos antiguos cuando alguien pasaba rápidamente por ellos. Otros, sin embargo, fundan el dicho en el modo de hablar de los gitanos, en cuya jerga la palabra polvorosa significa calle.

 

Ponerse las botas
Se usa para indicar que se ha comido mucho o como sinónimo de enriquecerse o aprovecharse de algo, también de forma abundante.
En la antigüedad los pobres iban descalzos o calzados con alpargatas y los ricos llevaban botas, entre otras razones para montar a caballo.

De aquí que el hecho de “ponerse las botas”, generalmente de cuero, se relacione con algo bueno y provechoso, que en sus inicios era de uso exclusivo de las clases más altas y pudientes, mientras el pueblo llano y sin recursos usaba como calzado las sandalias, alpargatas o zapatos sencillos, en el mejor de los casos.

 

Ser un cafre
Se aplica a toda persona o situación que encarna lo opuesto a la civilización y la cultura.
En realidad, se llaman cafres a los habitantes de Cafreria o País de los cafres, grupo de pueblos bantúes que habitaban la región oriental de África del Sur, en El Cabo Natal. Cafrería es un nombre de origen árabe con el que los geógrafos de los siglos XVII y XVIII denominaban a la parte de África situada al sur del ecuador poblada por infieles (no musulmanes).

 

Ser un chivo expiatorio
Significa que un solo individuo cargue con las culpas de algo que ha sucedido cuando en realidad la responsabilidad debería recaer sobre un grupo más amplio de personas, pudiendo incluso suceder que dicho individuo ni siquiera haya participado en el acto punible y sea inocente.
Este dicho proviene de una práctica ritual de los antiguos judíos para celebrar el “Día de “Tener muchas ínfulas”

Expresión cuyo significado es tener mucho orgullo o vanidad desmedida, por lo general, despreciando al prójimo.
En la Antigüedad se llamaban “ínfulas” a unas tiras o vendas de las que pendían dos cintas, una a cada lado de la cabeza, conocidas como “vittae”. Las “ínfulas”se usaban arrolladas a manera de diadema o corona y solían lucirlas los príncipes y sacerdotes paganos como señal distintiva de su dignidad.

Solían ser anchas, de color blanco y púrpura, retorcidas a manera de guirnalda, y con ellas se cubría toda la parte de cabeza hasta las sienes, atándolas finalmente por detrás con las “vittae”. Con las “ínfulas” se adornaban también los altares y, en ocasiones, las víctimas que eran llevadas al sacrificio. Cuantas más eran las “ínfulas”, y mejor la calidad de su confección, más importante era considerada la persona que las portaba. De ahí que fuese muy común escuchar hablar de una víctima de muchas “ínfulas”.

 

Tirar la casa por la ventana
Se utiliza para calificar un derroche o gasto sin medida.
Su origen nos lleva al establecimiento del juego de la lotería instaurado en España por el Rey Carlos III, que importó la idea de la ciudad italiana de Nápoles. Un juego muy popular cuyo primer sorteo data del 10 de diciembre de 1763.

Organizada por el Estado que se encargaba de pagar los premios, fue tal la alegría de los primeros afortunados que pronto cundió la costumbre de arrojar cosas inservibles por la ventana de sus casas como forma de celebración.

 

Todos los caminos llevan a Roma
Existen diferentes interpretaciones en cuanto a su origen. Hay quien considera que surge al comienzo del imperio romano en el año 20 a.C. con la colocación por el emperador Augusto del Miliarium Aureum en el Foro. Una gran columna donde se encontraban inscritos los nombres de las principales ciudades de sus provincias y la distancia que había hasta ellas; lo que daba a entender que todos los caminos llevaban a Roma aún desde los sitios más alejados.

Otros piensan que viene de la existencia de mapas como la Tabula Peuntingeriana, s.IV d.C., donde se describen las distintas rutas entre Roma y sus colonias.

Sobre lo que no existe duda es que en aquellos tiempos Roma era el epicentro del mundo occidental, y como dueña del Imperio era vista como origen y final de todos los caminos entonces existentes. Más tarde, con el establecimiento de la Iglesia Católica y los Papas en Roma se reforzó esa situación como centro de la cristiandad y destino de peregrinaciones y jubileos.

 

  Vete al carajo
Interjección para expresar un desacuerdo con alguien o cuando le queremos perder de vista. Carajo se le llamaba al lugar situado en lo alto del palo mayor de las antiguas carabelas españolas. Servía como puesto de observación desde el que los vigías oteaban el horizonte en busca de naves enemigas o lugares a donde querían llegar.

Cuando un marinero cometía una falta se le mandaba al carajo en señal de castigo, estando obligado a permanecer allí como vigía. Tras apenas un par de horas bajaba totalmente mareado. Un duro castigo que servía para dar escarmiento a quienes cometían alguna infracción a bordo.

 

Vísteme despacio que tengo prisa
Aconseja no apresurarse cuando uno tiene mucha prisa por hacer algo. 
Uno de los dichos más cuestionados sobre su origen. Adjudicado a tantos protagonistas de la Historia, nadie sabe con seguridad quién tiene los “derechos de autor”. Desde Carlos III a Fernando VII, pasando por Napoleón Bonaparte, todos parecen haberlo pronunciado en algún momento de su vida. Cuenta Pérez Galdós en sus “Episodios Nacionales” que un día Fernando VII se encontraba acompañado de su ayudante momentos antes de asistir a una importante reunión.

Viendo el rey que estaba muy nervioso por querer vestirlo a toda prisa y no acertaba con su tarea, le espetó: “Vísteme despacio que tengo prisa“. Más claro parece el origen de su sentido, no la frase concreta, que se adjudica al emperador romano Augusto cuando les decía a sus ayudantes: “Apresúrate lentamente”. Los dichos populares son una fuente inagotable de sabiduría y verdad.

Con energía y buen humor, diferentes generaciones han ido imprimiendo su huella sobre cómo se vive y se piensa a través de sus dichos, refranes y moralejas. A lo largo y ancho de nuestro país cuando la gente habla muchas veces parece que dicta sentencia. Son los dichos que han pasado a formar parte de nuestra herencia cultural.

Habrá una segunda entrega de tan interesante tema, nos ha ayudado mucho la consulta del sitio ¨El trasero de palacio”.

 

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