No hay cosa más dolorosa que golpearse el pie y justo en el dedo chiquito, que ejerce como el GPS del cuerpo, va siempre buscando la punta de los muebles, la pata de la cama u otros objetos y nos obliga a  lanzar toda clase de groserías : jue Q”·$%&/()=, que dolor tan x”!ñ´`+.-*.

Cuando somos niños, nos enseñan que decir groserías es mala educación, es inapropiado, sin embargo son la mejor catarsis para el dolor, liberan las emociones y nos permiten desahogarnos. Entonces concluimos que su represión es una concepción social instalada a lo largo del tiempo. Las groserías son más poderosas en la medida que les otorgamos ese poder. Si no se las censurara, serian palabras comunes y corrientes.

¡Que vivan las groserías!

¡Que vivan las groserías!

En un experimento, Richard Stephens, profesor de Psicología de la Universidad Keele y Harvard, les pidió a varias personas que le dieran una lista de palabras, incluidas groserías, que dirían si se pegaran en el dedo con un martillo. Después les pidió que hicieran una lista de palabras neutrales para describir una silla (por ejemplo, de madera). A continuación, les pidió que sumergieran una mano en agua helada tanto tiempo como aguantaran mientras repetían una palabra de alguna de las listas: una grosería o una palabra neutral. Los participantes que repitieron una grosería pudieron mantener la mano sumergida en el agua helada por casi 50 por ciento más tiempo que aquellos que repitieron una palabra neutral. No solo eso, decir groserías también hizo que los participantes no sintieran el dolor tan intensamente. Los investigadores concluyeron que decir groserías tiene el efecto de reducir la sensibilidad al dolor. ¿Quién diría que unas cuantas letras podrían ser tan calmantes? Así mismo, se probó que tienen más resistencia los deportistas que dicen groserías y  obtienen mayor rendimiento. Ayuda de igual forma a  lidiar con  el estrés. Decir groserías es un mecanismo de defensa, es un método de supervivencia, es el gran amigo y compañero en los largos tiempos que permanecemos en el automóvil, debería ser un requisito para sacar la licencia de conducción.

En situaciones sociales, las malas palabras sirven como un método conectivo. Cada generación tiene su propia jerga, que incluye obscenidades. Cuando usas ese lenguaje, es casi como una contraseña que te da acceso a la gente en la misma frecuencia. Hay palabras que ya hacen parte del vocabulario popular: llegué tarde al evento y quede como un… culo. Los jóvenes utilizan la palabra “marica”, en todas las situaciones: ¿qué hubo, marica?, en lugar de ¿qué hubo, hombre? No hay celebración de un gol o una falta en el fútbol, que no tenga groserías. Además, muchas dependen del contexto en el que se digan y cómo se digan. Miremos un par de ejemplos mexicanos .

¡Que vivan las groserías!

¡Que vivan las groserías!

Chingada

Una palabra que es parte del mexicano y que tiene diversos significados. Imaginemos qué sería del mexicano sin su palabra favorita para expresarse, está presente en un montón (“chingo”) de expresiones que se usan a diario. Este término es tan importante que diversos autores han dedicado páginas para su análisis. De acuerdo con la RAE, chingar quiere decir importunar o molestar y proviene del caló čingarár, pelear. Pero en México quiere decir mucho más. Se cree que el origen de la chingada se remonta a épocas prehispánicas y tiene una estrecha relación con el náhuatl. El académico y escritor Darío Rubio dijo que esta palabra tiene su origen en el náhuatl; del sustantivo xinachtli que quiere decir “semilla de hortaliza”, lo que sería la definición etimológica para la palabra chingaste. Después, Octavio Paz retomó la idea de Rubio y el origen de la palabra del náhuatl. El origen es incierto, pero de seguro que la chingada es un término que está íntimamente ligado a la cultura mexicana.

Pendejo

El origen de esta palabra viene del latín pectinículus. Pecten-inis que quiere decir pubis y culus pequeño. Entonces “pendejo”, ahora usado como una grosería, en realidad se refiere al vello del pubis. Originalmente y aún en algunos países, “pendejo” era empleado para referirse a los adolescentes que se sentían adultos. La RAE incluye tanto el significado de pelo que nace en el pubis e ingles, así como hombre tonto, cobarde y adolescente. Actualmente esta palabra es empleada en México para referirse a alguien poco inteligente. Mientras que en otros países de Latinoamérica puede hacer referencia a alguien joven o simple la expresión: no me crea tan pendejo o bobo. Entonces, las groserías son la gran demostración de nuestras frustraciones, dolores y alegrías, nos hacen más felices y honestos, así que a tomarse la vida más relajada y a gozar…que hij”·$%&/(.

Sigue leyendo a Oscar Delgado

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