Se ha convertido en un estilo de vida el delegar responsabilidades en lo personal y en lo comunitario. Al contrario de lo que decía el héroe de la Segunda Guerra Mundial, Winston Churchill: ¨Todos somos responsables de todos¨, ahora nadie es responsable de nada.

Delegamos la educación de los hijos, su cuidado, la planificación familiar, los conflictos de la alimentación, aquí nadie tiene que responder por nada. Ante los casos de corrupción en el estado, eso no fui yo, fue la administración anterior, fue la falta de controles y de auditoria.

La falta de fe en Dios es porque los colegios no los educan en ella, el desorden de la ciudad y la ocupación del espacio público, nos es falta de civismo, es falta de Alcalde , la corrupción es por falta de vigilancia, las enfermedades y su no prevención son culpa de las EPS, nadie pone la cara de nada, se trata de eludir al máximo las responsabilidades. Todo es la obligación de los otros, culpa de los demás.

Escuchaba en una charla sobre estos temas, algo para reflexionar: ¨ Las mujeres más pobres viajan enormes distancias para cuidar de los niños de los ricos abandonando a su suerte los propios´´. Eso es la realidad. A medida que crece la capacidad económica delegamos más en esa medida comprarnos: la educación, las labores personales, la formación espiritual, el descanso. Basta tener modos económicos y encontraremos quien haga la tarea por nosotros. Y ante la falta del dinero, el Estado será el paganini. Se oirán discursos populistas de izquierda que todo lo subsidian, el mercado, la salud, el transporte etc. Hemos creado una forma de vivir muy cómoda, pasiva y destructiva. Hay empresas de emprendedores que ofrecen de todo sin que uno se mueva de su casa: DOMICILIOS. Claro que son una comodidad para ahorrar el tiempo u ocuparlo en otras labores, pero ya ni siquiera escogemos el mercado, la comida, nada.

Se quejaba un amigo jubilado hace poco tiempo, de la desesperación que sentía de encontrarse con la realidad de la vida fuera de su oficina donde trabajo mucho y delego todo. No sabía dónde estaba el banco, como hacer un trámite de pago de un servicio público, como escribir un mensaje sin dictarlo a la secretaria, era completamente inútil.

No nos podemos morir sin saber de qué éramos capaces, diferente a pedir que nos hicieran cosas. No nos pase que ahora resolvamos hacer algo importante y entonces contratemos a alguien para su averiguación. No se puede delegar tener éxito, ser emprendedor, ser independiente, educarse, el ejercicio, comer y disfrutar, desarrollar nuestros talentos y vocaciones. No deleguemos ser felices. Asumamos nuestra vida y sus responsabilidades, aunque sea deleguemos en Google como no delegar y sentirnos útiles, como sentirnos emprendedores, con ganas de triunfar con nuestros medios. La edad no importa. Lo que sí es seguro es que no podremos delegar morirnos.

 

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