La insatisfacción, como la incomodidad tienen grados de soportabilidad y motivos tan diversos que sería imposible detallar. Sin embargo el mal uso afecta la vida privada como el desarrollo de nuestras más caras instituciones.

El uso indebido de la insatisfacción

El uso indebido de la insatisfacción

Exploraremos el uso indebido independientemente de los factores causales, –clima, jefe, pariente, gobiernos pretéritos– y de la letanía quisquillosa de quejas que cada quien puede cargar y llevar a mostradores tan indiferentes como los de las empresas de servicios. “A nadie le importa”, sería una gota más en el océano de la auto-conmiseración.

Con esto quiero decir que la mera ilusión de descarga o alivio temporario que brinda la queja, ni siquiera consiste en un uso posible.

 

Lo siguiente conforma un muestreo tentativo de usos indebidos de la insatisfacción que admite agregados por cuenta del lector:

  1. La insatisfacción como estilo de vida. Naturalizar el malestar; “mal pero acostumbrao” decía Inodoro Pereira, ilustre personaje de la historieta de Fontanarrosa. Es una especie de competencia de perder; las personas compiten a ver quién está peor. Cuál crisis desnucó más gente. Una especie de pseudo-aceptación, la ilusión de santidad. Aguantar lo peor en aras de evitar no se sabe bien qué.
  2. La insatisfacción como virtud. El carné de víctima. La escarapela, la cocarda de abnegación y sacrificio que nadie pidió y que se podría evitar. Que se hubiera podido evitar.
  3. La desdicha como distractor. Ocuparse de los motivos, los causantes de cómo deberían ser los demás. Analizar las mentes y conductas de los hijos; los amantes, empleados, docentes, gremios etc. Poner afuera benéficas posibilidades personales. En lenguaje de la calle: “cómprate una vida”.
  4. Sufrir por cosas que no se pueden cambiar y que casi, casi no ameritan dolor alguno: “tendría que”; “debería haber dicho”. “Hubiera sido”. “Si no hubieran…”
  5. La más loca de todas es la incomodidad de otros como propia. “La gente tiene miedo”; “Pobre, no pudo conseguir aquello”.
  6. Exhumar la conducta ajena de remotas circunstancias. “Ellos tienen la culpa” Ellos debían satisfacer las necesidades en el pasado, el presente y el futuro. Sin involucrar ningún compromiso de parte del acreedor vengativo que solo se sienta a facturar errores. “Me decepcionó”. No, nunca debiste haber creído semejante enjambre de mentiras que llenaban tus expectativas más rencorosas.

 

La insatisfacción es un poderoso motor de búsqueda. Una vía regia para el encuentro con sí mismo. Y un poderoso gestor de cambio social. Crea y promueve donde antes no había posibilidades. Hace crecer y madurar.

Ponerle agua o arena a ese precioso GPS es locura. Existen locuras individuales y colectivas.

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